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Historia de Andalucia

La historia de Andalucia está jalonada de batallas, mezclas ricas de todas las culturas y lugares extraordinarios que no solo atraen al turismo rural sino a lo largo de la historia a todo tipo de civilizaciones.
Historia antigua de Andalucia

Historia Antigua

Podríamos decir que los fenicios fueron los primeros turistas que llegaron a Andalucia, y lo hicieron para quedarse unos cuantos siglos, sobre todo con mentalidad mercantil, más que colonizadora como era habitual en este pueblo de mercaderes. Llegaron en el siglo IX antes de Cristo y fundaron numerosos puestos de comercio en lugares estratégicos y puertos naturales de la costa, que a la postre se convertirían en importantes ciudades del Mediterráneo. Influidos por esta primera colonización fenicia, de acuerdo con fuentes bíblicas y griegas que han sido confirmadas por los yacimientos arqueológicos, entre los años 1000 y 500 antes de Cristo los indígenas cultivaron un primer estado tal y como consideramos los estados hoy día, que se llamó Tartessos, una monarquía en toda regla regida por una sociedad clasista que escribían y araban . Por otra parte, se sabe que hubo un intento de penetración de los griegos, que también disponían de ricos enclaves en las costas del este de la península ibérica, Cataluña y Valencia. Intentaron penetrar hacia el estrecho de Gibraltar pero sin éxito. Sin embargo, ha aparecido algún resto que seguramente se debe al intercambio y al comercio, más que a una campaña de éxito colonizadora. Al final de los días de esta civilización, se daría un uso a estas ciudades más bélico que comercial, en las guerras entre los fenicios y los romanos.

Romanización de Andalucía

Andalucía comienza a romanizarse tras la segunda guerra púnica cuando algunas colonias se expanden hacia el interior del territorio. Impulsados por los visigodos muchos se vieron obligados a volver a África a través del estrecho de Gibraltar. Más tarde, las luchas internas de éstos permitieron a los bizantinos ocupar la zona sur de la Bética durante setenta años (Siglo VI). Estas mismas luchas internas visigodas, unidas al auge del expansionismo musulmán, posibilitaron la entrada en la Península de os musulmanes, que bajo el mando de Tariq y Müsa demolieron el estado visigodo.

El dominio musulmán de Andalucía: Al Andalus

Tras la victoria del Guadalete (711), se produjo un avance sin tregua que hizo que en siete años un nuevo pueblo de «turistas»los musulmanes consiguieran dominar toda la península. Estos se quedaron casi 9 siglos y dejaron su impronta en la historia de Andalucia hasta en el nombre de Andalucia, donde la población invasora era más numerosa que al norte de Sierra Morena, fue el centro de la Hispania musulmana. El propio nombre “Andalucia” deriva del de Al-Andalus, nombre que los musulmanes aplicaban a la zona de la Península que dominaban. Durante el primer periodo Al Andalus dependió del gobernador de Qayrawan, pero la caída de califato omeya en oriente trajo como consecuencia la independencia de Al Andalus de la mano del primer emir y último vástago de los omeyas. Pero el verdadero organizador del emirato fue Abderraman ll, creador de un complejo sistema administrativo y judicial. Esta organización se mantuvo hasta el reinado de su hijo Abderram III, quien en 929 adoptó el título de califa. Durante estos dos últimos períodos, la vida económica, basada en la agricultura y la ganadería, alcanzó un gran desarrollo. La industria minera continuó la tradición romana (oro, plata, hierro, mercurio y cobre); la artesanal se centró en la manufactura de objetos suntuosos: orfebrería, cordobanes, peletería; la textil, adquirió un gran desarrollo (lana y algodón), y hacia el siglo IX aparecieron las industrias del papel y el cristal. El esplendor de Al-Andalus se puso de manifiesto en la intensa actividad cultural y científica, con hombres y obras de gran relieve.

Alhambra y Granada en el siglo XIX
Así era Granada en el siglo XIX

La primera capital andaluza, el emirato y califato de Córdoba

En el siglo XI muere Almanzor y el califato entra en desintegración que dio lugar a los reinos de taifas que se formaron tras la desaparición de Hisám III, y cuya debilidad e insolidaridad hizo posible las invasiones almorávides entre 1.091 y 1.146 y posteriormente la almohade, llegadas del norte de África. Ya a mediados del siglo XIII, los reinos cristianos habían conquistado toda la baja Andalucia, obligando a los musulmanes a refugiarse en el reino nazarí de Granada, último bastión musulmán en la Península que subsistió hasta 1492, dando lugar a una última etapa de florecimiento de la cultura musulmana, con su máximo ejemplo en la Alhambra de Granada, a los pies de Sierra Nevada, una de las más bellas realizaciones de este período. La perduración del enclave nazarí en la Península se debió en parte a la tolerancia de los castellanos, interesados en conservar las parias pagadas por los reyes de Granada, ya que ésta era la vía de entrada en Castilla del oro de Sudán. En Al-Andalus se forjó una civilización peculiar donde se fundieron tres culturas (islámica, hebrea y cristiana, ésta a través de los mozárabes), que consiguieron durante un largo período una simbiosis y unas influencias mutuas considerables, logrando la convivencia de las tres grandes religiones del mundo occidental, al que transmitieron gran parte del saber clásico y oriental.

Reconquista de Andalucía y repoblación

La repoblación andaluza presentó dos etapas:

  • La primera, inmediatamente después de la conquista de la región entre 1.224 y 1.228 por Femando III, se caracterizó por el asentamiento de la población en parte de la cuenca del Guadalquivir y las zonas montañosas de su curso alto.
  • En la segunda, tras la rebelión de 1.263, reinando Alfonso el Sabio, se repobló Andalucia occidental y las comarcas béticas donde había permanecido hasta entonces la población musulmana en calidad de tributaria. En las dos etapas, la mayor parte de las tierras fueron adjudicadas a las órdenes militares de Calatrava, Santiago y Alcántara, así como a la mitra arzobispal de Toledo. La repoblación de estos territorios cedidos a las órdenes o a otros particulares se produjo de forma lenta. Su carácter rural y la escasez de medios materiales por parte de los señores hizo privar el latifundio, con todas sus consecuencias, sobre la base de un régimen de grandes propiedades ya existentes entre los musulmanes, el del machar o cortijo. Como estos territorios de jurisdicción señorial ocupaban más de la mitad del suelo, imprimieron a la repoblación de Andalucia un sello fuertemente aristocrático.
Historia de Andalucia
Vista de Granada desde la artillería en el siglo XIX

Los Moriscos de Andalucía

Tras la conquista de Granada (1.481-1.492) por los Reyes Católicos, se garantizó a los musulmanes sometidos su seguridad personal y la de sus bienes, así como la libertad para la práctica de su religión, pero estas capitulaciones fueron olvidadas y se forzaron conversiones en masa, provocando graves conflictos sociales y levantamientos a lo largo siglo XVI. El libro sobre los moriscos la Mano de Fátima de Idelfonso Falcones relata las sublevaciones de los moriscos y como finalmente fueron expulsados de España, uno de los episodios más vergonzosos de la historia de Andalucía.

Las sublevaciones de la Alpujarra de Granada

Consecuencia de las sublevaciones fue la deportación de los moriscos (musulmanes convertidos a la fuerza) granadinos a otras regiones españolas. Finalmente, en 1.609, durante el reinado de Felipe III, se ordenó su expulsión de toda la Península (concentrados mayoritariamente en la Corona de Aragón, en Andalucia sólo quedaban 80 000). La drástica medida era la confesión del fracaso de la política de asimilación y, al mismo tiempo, el desenlace de un pleito secular entre el estado y una minoría rebelde.

El monopolio del comercio entre Andalucía y América

La expulsión de los moriscos de la Península no afectó sobremanera a Andalucia, no sólo por la escasez de su número en esos momentos, sino sobre todo porque la economía andaluza estaba viviendo ya la euforia del negocio colonial americano. Desde 1543 en que se estableció el Consulado del comercio de Sevilla, ésta se convirtió en el puerto de salida, y sobre todo de llegada, de toda la producción de oro y plata de América. Todas las relaciones comerciales, no sólo de los mercaderes, sino Incluso de la Corona, se establecían a través de la Casa de contratación establecida en Sevilla. Si bien es claro que el oro y la plata llegados de América no pasaban mucho tiempo en España. Sin embargo, durante la primera mitad del siglo había eclosionado un movimiento liberal-urbano, ligado a la aparición abonada de una burguesía industrial-comercial. Así, Cádiz fue sede de las cortes en 1810-1813; en la zona se produjo la insurrección de Riego (1820); Málaga y Granada con el episodio de Mariana Pineda fueron escenario de importantes luchas. A la vez la industrialización se inició en la minería de la zona de Granada y Almería, y en Málaga fracasaron varios intentos en competencia con vascos y catalanes. Algo que no se repetiría posteriormente en la historia de Andalucía.

Granada y catedral a principios del siglo XX
La catedral de Granada a principios de siglo. Al fondo San Juan de Dios

Andalucia en el siglo XIX

En Andalucia tuvo lugar en el siglo XIX el nacimiento de una burguesía y un proletariado. La distribución ge la propiedad de la tierra en Andalucía a fines del siglo XVIII y principios del XIX aparecía repartida entre la Iglesia (manos muertas), la corona (tierras de realengo) y la nobleza (señoríos), como principales propietarios. Existía además un cuarto propietario de tipo corporativo, el municipio (tierras comunales). La transformación del régimen de propiedad de la tierra dio lugar a la formación de una burguesía rural, constituida por los colonos que ostentaban los grandes arrendamientos eclesiásticos o señoriales, los «nuevos ricos» especuladores de tierras en venta, y las viejas familias nobles que lograron conservar todo o parte del patrimonio jurisdiccional o territorial, ahora convertido en propiedad privada. El resultado fue, aparte de una mayor concentración de la propiedad, la formación de dos tipos de burguesía campesina: la procedente del Antiguo régimen y la que surgió procedente del comercio, la industria y la especulación. Sus trayectorias económicas se mantuvieron diferenciadas hasta 1868 (la inquietud social de los campos andaluces hizo temer a la burguesía por su propia seguridad, creándose entre los grandes propietarios un clima de temor que favoreció sobremanera el secular absentismo de la zona), en que intereses políticos y económicos convergieron con intereses de clase, quedando configurada la burguesía andaluza que legó el siglo XIX. El auge de esta burguesía agraria no sólo vino impuesto por unas transformaciones jurídicas y económicas; vino refrendado también por el proceso político que lo enmarcó y que supuso un traspaso de poder a una burguesía configurada como clase, lo que le permitió mantenerse sobrepasando las posibilidades de las coyunturas económicas. El proceso de re-estructuración social impuesto acabó por definir el sistema agrario andaluz. El problema por excelencia de Andalucia fue, y es, el de la tierra.

Tranvía Granada Sierra Nevada
En el siglo XX se contruyó el famoso tranvía que unía Granada y Sierra Nevada, todo un logro de ingeniería para su tiempo

Alrededor de la tierra gira toda la problemática social del siglo XIX y gran parte el siglo XX. De los tres momentos de transformación del régimen de propiedad de la tierra en Andalucia en el paso del Antiguo régimen al nuevo, el de mayor interés para la historia social en su doble aspecto de proletarización y lucha de clases, fue el marcado por la disolución del régimen señorial. Por ello, cuando a partir de la segunda mitad del siglo XVIII se iniciaron los intentos de reversión de al unos señoríos a la corona, el pueblo andaluz conoció las primeras posibilidades de transformación. Este proceso se aceleró en el siglo XIX; finalmente el decreto de disolución del régimen señorial llegó en 1837. Pero, a partir de esta fecha, los «pleitos de señorío» se fueron fallando de forma favorable al señor del lugar. El campo andaluz conoció entonces la primera gran oleada de agitaciones campesinas (ocupaciones de tierras y quemas de cosechas). A partir de la desamortización y hasta 1845 los pueblos andaluces mantuvieron las agitaciones, siendo necesaria en algunos casos la intervención del ejército. Aparecieron las primeras manifestaciones de acción directa (talas de árboles, incendios, muerte de ganado, secuestros de propietarios), al mismo tiempo que estas masas de campesinos pasaban a integrarse en los grupos políticos de oposición, confiando en la solución política del problema. La desamortización civil de 1855 representó la última posibilidad real de los pequeños propietarios, de los colonos y de los trabajadores agrícolas; y de nuevo esta posibilidad se vio frustrada al mismo tiempo que se jalonaba de conatos revolucionarios (sublevación campesina de Sevilla de 1854, insurrección de Loja en Granada, dirigida por Pérez del Álamo en 1861), condenados unánimemente por los partidos políticos de izquierda. Así, pues, agotadas las soluciones legales, inoperante el reformismo político de la burguesía progresista y vencidos los intentos de la revuelta armada, todo ello unido al fracaso de la revolución de 1868, el campo andaluz cayó de lleno en el espontaneísmo utópico predicado por el anarquismo que encarnaba los anhelos milenarios de los campesinos, que acabaron por reconocerse en su lenguaje, especialmente notables fueron los episodios jerezanos en tomo a los desheredados y la Mano Negra, que culminaron en el asalto a la ciudad en 1892. Desde entonces ningún grupo obrero revolucionario andaluz prestaría su concurso a la lucha política como solución a su eterno problema, hasta febrero de 1936, en que la C.N.T., anarquista y heredera de sus reivindicaciones, dio orden de votar para constituir el Frente Popular.

El siglo XX en Andalucia

A pesar de esos movimientos sociales, la situación, al proclamarse la segunda república (1931), continuaba siendo la misma. Algunos sectores obreros, influidos por el ejemplo de la revolución rusa, propugnaron la colectivización agraria (trienio bolchevique: 1918-1920), pero la gran masa de los anarquistas andaluces siguió fiel al viejo objetivo del reparto de la tierra y encontró insuficiente y poco satisfactoria a reforma agraria de la segunda república (1932). Consecuencia de ello fue el alzamiento de campesinos anarquistas de Casas Viejas (Cádiz, 1933) y su sangrienta represión por el gobierno republicano ,algo inaudito para la historia de Andalucía de aquella época. El alzamiento franquista (1936) triunfó inicialmente en la mayor parte de las provincias latifundistas andaluzas (Sevilla, Córdoba, Huelva, Granada) y la guerra y la posguerra fueron especialmente duras para el campo, que en los años cuarenta sufrió un progresivo deterioro, debido a su enorme descapitalización, de modo que numerosos campesinos se vieron obligados a emigrar (País Vasco, Cataluña, Madrid, Francia, Alemania). La emigración de los años cincuenta y sesenta vació la campiña andaluza, para producirse cierto fenómeno contrario vuelta a su núcleo de origen, se produjo a partir de mediados de los setenta, debido a la fuerte crisis que hirió los tradicionales polos industria es españoles.

Granada y Andalucia moderna
Vista de la ciudad de Granada moderna en el siglo XXI

Con las primeras elecciones generales, el 15 de junio de 1977, la reivindicación de la autonomía, unánime para todos los partidos, cristalizó en el régimen provisional y en la constitución de la primera Junta de Andalucía. Tras las elecciones generales de 1979, la junta y su presidente reivindicaron una autonomía plena, y para tal fin se redactó el estatuto de Carmona. El gobierno central de Adolfo Suárez se manifestó en contra de tal alternativa, pero los sucesivos referéndums (28 febr. 1980 y 21 oct. 1981) lograron un estatuto de amplias competencias. Finalmente, en mayo de 1982 se celebraron las primeras elecciones al parlamento andaluz.

Por Jose Granada

Casas rurales Andalucia

Os presentamos nuestro alojamiento rural que consideramos una de las mejores casas rurales Andalucia y que se encuentra en una de las comarcas históricas de España. Disculpennos la inmodestia, motivada no solo por el excelente estado de la casa sino sobre todo por la envidiable situación a los pies de Sierra Nevada y en el oriente de la región de Andalucia.

Situada en la franja meridional de la Península, Andalucia está separada de la Meseta por la sierra Morena y presenta un relieve de tipo mediterráneo con tres grandes unidades: la sierra Morena, su límite septentrional, la depresión Bética, fosa tectónica rellenada por sedimentos terciarios y cuaternarios y recorrida por el Guadalquivir, y las cordilleras Béticas, que constituyen el mayor conjunto montañoso de tectónica alpina de la Península. Estos paisajes asumen una orientación de sur oeste a noroeste en las márgenes del Guadalquivir y una dirección este-oeste en el litoral mediterráneo. Esta casa rural Andalucia se sitúa en la zona oriental de la región. Las alturas ascienden de oeste a este y de norte a sur, con las mayores cotas peninsulares en Sierra Nevada, frente a la cual se halla nuestro alojamiento rural, a unos pocos kilómetros del pico más alto de la península ibérica, el Mulhacén de 3.481 metros de altura y el Veleta de 3.471 metros de altura y que como podemos ver en la foto más abajo podemos ver desde la casa rural Andalucia.

Terraza con increibles vistas a sierra nevada granada
Aquí estoy otra vez presumiendo de vistas

El clima del turismo rural en Andalucia

El clima de Andalucia es ideal para la práctica del turismo rural de aire libre y de tipo mediterráneo templado-cálido, con una extrema sequedad estival y temperaturas moderadas en invierno, pero presenta numerosas variedades subregionales. El clima ha jugado un papel fundamental en la historia de Andalucia. En efecto, el golfo de Cádiz se caracteriza por los inviernos templados y lluviosos y los veranos prolongados y moderadamente cálidos, mientras las altiplanicies béticas de Granada presentan un clima típicamente continental con inviernos fríos y veranos secos y cálidos. Un clima caracterizado por inviernos suaves y lluviosos y veranos muy cálidos y secos es típico del valle medio del Guadalquivir, mientras la Costa del Sol goza de un clima mediterráneo subtropical con inviernos suaves y veranos prolongados y calurosos. Otras variantes están constituidas por el clima subdesértico de Almería (menos de 250 mm de lluvias) y el clima de montaña mediterránea, con veranos cortos y secos, de sierra Nevada. La vegetación andaluza traduce los matices climáticos, con un predominio de árboles esclerófilos de hoja pequeña (encinas y alcornoques); por otra parte la acción humana ha fomentado la aparición de plantas aromáticas (tomillos, romerales, aliagares). En las zonas secas orientales el matorral se convierte en formación de gramíneas halófilas (tamarindo, azufaifo), que en el litoral mediterráneo se alternan con una vegetación termófila. En las cordilleras Béticas, surge una zonación altitudinal: al piso mediterráneo sucede otro de roble marojo y uno sucesivo de pinos de mayor altitud, por último, un piso supraforestal de sabinas, piornos y genistas.

Casa Rural en Sierra Nevada
El pico del Veleta en Sierra Nevada

Las dos zonas de turismo rural de Andalucia

La vida regional y las casas rurales Andalucia ofrece una serie de matizaciones determinadas por la variedad del medio físico. En términos generales se distinguen la Andalucia baja o Andalucia occidental y la Andalucia alta o Andalucia oriental. La primera de ellas constituye una zona de agricultura fértil regada por el Guadalquivir y limitada por sierra Morena y la cordillera Bética. La gran propiedad impuso en el país el cultivo extensivo de cereales y olivos. Pero, junto a los extensos olivares de Jaén y los monótonos valles cerealistas, surgen otras actividades como los viñedos de Jerez de la Frontera, las dehesas ganaderas y los arrozales de las marismas, las huertas de naranjos agrios que flanquean el Guadalquivir, alternando con regadíos más recientes donde se cultiva el algodón, la remolacha y el tabaco. Las principales ciudades son Sevilla, Córdoba Cádiz, activos centros industriales, Andalucia occidental se encuentra delimitada al norte, por las alturas de sierra Morena, reserva e importantes riquezas mineras, cuya explotación ha generado centros urbanos como Linares y Andújar. Mientras las regiones occidentales presentan una relativa homogeneidad física y económica, la Andalucia alta, región dominada por la presencia de las cordilleras Bélicas, aparece dividida en tres unidades claramente diferenciadas: la Andalucia mediterránea, las altiplanicies béticas granadinas y la Andalucia árida. La Costa del Sol, franja mediterránea abrigada por una barrera montañosa (cordillera Penibética), cuyas gargantas unen el litoral con las altiplanicies interiores, cuenta por ello con un clima cálido favorable a los cultivos de huerta subtropicales (regados por vastos recursos de agua) y al desarrollo de una fuerte industria turística, especialmente en el sector occidental, desde Málaga a Marbella. Esta franja litoral se hace cada vez más seca hacia oriente, dando origen a la Andalucia árida que se extiende hasta Murcia. Este sector tiene como núcleo urbano principal al puerto de Almería. El resto de la vida económica se desenvuelve en las sierras y corredores fluviales del interior (cultivos de regadío) y en algunos dispersos núcleos mineros (Alquife, Almenara). La tercera unidad de la Andalucia oriental está constituida por las altiplanicies interiores limitadas por las sierras Sub-béticas, conjunto de tierras altas (entre 600 y 1.200 metros) recorridas por los ríos Genil y Guadiana y caracterizadas por un medio físico continental y árido. Esta región, cuyo centro urbano principal es Granada, presenta una agricultura cerealistica irregular y constituye una de las áreas más deprimidas de España.

Casas Rurales Andalucia
Una nueva foto de la vista de Sierra Nevada al oriente de Andalucía

Población y economía de Andalucía

Andalucia sufrió un estancamiento demográfico acusado que alcanzó su nivel máximo en la década de los sesenta y que se explicaba fundamentalmente por la emigración (saldo negativo de 900 000 personas entre 1960 y 1970). Esta situación asumió características especialmente graves en las zonas más deprimidas de sierra Morena y Andalucia oriental, donde al unos centros perdieron más del 30% de su población, y menos acusadas en los polos más dinámicos de la región: el triángulo industrial Huelva-Cádiz-Sevilla y la Costa del Sol que empezaba a estar estimulada por el turismo rural, nacional e internacional. Sin embargo a partir de 1970 la tendencia al freno demográfico se invirtió en gran medida a causa de la disminución drástica de los flujos de emigración, lo que se tradujo en un incremento relativo el 11,7 % de la población andaluza a lo largo de los años setenta. Por otra parte, los tradicionalmente altos índices de natalidad se han reducido gradualmente y el crecimiento natural de la población se ha situado en un promedio cada vez más cercano al del resto de España. En su conjunto, durante la década de los setenta se confirma la recuperación demográfica de la comunidad, especialmente en os núcleos urbanos. Así, Andalucia cuenta con diez ciudades de más de 100.000 habitantes, dos de las cuales (Sevilla y Málaga) Superan el medio millón. El hecho de que las capitales hayan llegado a absorber entre el 45 y el 50 % de la fuerza de trabajo indica una creciente tendencia a la terciarización de la economía andaluza (Superior en términos de empleo al promedio español, pero inferior en la participación en el PIB, lo que señala además e menor desarrollo del sector servicios respecto a la media nacional). En términos productivos, Andalucia es una región fundamentalmente agrícola, con más del 30% de la población ocupada en el campo y una actividad agraria que representa aproximadamente el 20% del producto regional. Cabe distinguir el sector de los cultivos tradicionales (cereales, viñedos, olivos) en grandes extensiones y los nuevos sectores incorporados más o menos recientemente, que presentan mejores índices de productividad: las arroceras de las marismas del Guadalquivir; la caña y la remolacha azucareras en el valle del Genil y en Guadix y Baza, donde se obtienen los más altos rendimientos de remolacha de toda España; los cultivos tabaqueros en la vega de Granada; las frutas tropicales y las hortalizas tempranas de las hoyas mediterráneas (Málaga, Motril, Adra). Sin embargo, el sector agrícola en particular, y el primario en general (la minería y la pesca asumen un peso importante en la economía regional, aunque la última se encuentra en grave crisis), no consiguen absorber el incremento de la población rural andaluza, sobre todo si se tiene en cuenta que los aumentos de productividad en los subsectores más dinámicos se obtienen mediante un proceso de mecanización de las faenas y de selección de cultivos mecanizables. El aumento de la productividad mediante la intensificación de cultivos, procedimiento menos frecuente, ha hecho de Almería una de las regiones españolas con rendimientos más elevados (enarenados al aire, invernaderos), pero no ha significado un incremento paralelo del empleo en el sector. Por otra parte, el excedente laboral tiene pocas posibilidades de ser absorbido por la industria. El sector industrial andaluz representa tan sólo un 10% de la producción industrial española y ha experimentado un retroceso importante en puestos de trabajo. La estructura fabril es más amplia en Andalucia occidental, tanto en valor como en empleo, especialmente en tomo a los complejos químicos de Huelva, los astilleros gaditanos, el complejo petroquímico-siderúrgico de Gibraltar, el polo industrial de Sevilla, etc. La rama industrial más importante desde el punto de vista del empleo es la construcción, al menos antes de la crisis del 2.007, mientras los demás sectores se encuentran íntimamente ligados a la agricultura y la minería. Las azucareras andaluzas producen cerca de un cuarto del total nacional, actividad concentrada en las provincias de Málaga y Granada. En términos globales el único sector económico que experimenta en Andalucia un crecimiento sostenido es el de servicios, con el gran auge de la actividad turística en la costa mediterránea.
Por Jose Granada

Apartamentos Sierra Nevada

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Vista desde la zona alta de la estación de esquí de Sierra Nevada

Situación de los apartamentos

Todos los apartamentos están situados en la estación de esquí sol y nieve. Los más lujosos situados en la plaza de Andalucía, la plaza principal de la estación que se levante imponente sobre el parking principal y a unas decenas de metros de las principales tiendas, taquillas de forfatis, remontes, etc. Pero para los amantes de la tranquilidad también tenemos pisos, estudios y duplex en la zona alta. Con acceso directo a pistas a través de las entradas que jalonan la pista del Águila.

Y por supuesto también contamos con una amplia variedad de alojamientos en la zona media de la estación: Zonas de la primera parada o segunda parada del telesilla Parador, el telesilla de dos plazas que parte desde la Plaza de Pradollano y que conecta la zona alta de la estación con las plazas principales.

La oferta es muy amplia y variada, sin embargo de cara a realizar reservas para la temporada alta y muy alta: Navidad, fin de año, reyes, semana blanca, puentes, etc. recomendamos a todos nuestros clientes la mayor antelación posible para poder acceder a la mayor oferta y también a mejores precios ya que lógicamente los apartamentos y casas rurales más económicas son las que se reservan en menor plazo de tiempo.

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Por Jose Granada

La reconquista

La contienda final de la reconquista castellana terminó con la conquista del reino nazarí de Granada por los Reyes Católicos (1481-1492). El enclave musulmán de Granada se estaba convirtiendo en una amenaza potencial, debido al auge del poderío turco en el Mediterráneo. Por otra parte las querellas familiares de nazaríes parecían favorecer un ataque contra el reino granadino. La empresa requería un extraordinario esfuerzo (los granadinos disponían de numerosas fuerzas y de plazas bien fortificadas, y podían recibir ayuda desde el norte de África, a través de la costa. Los Reyes Católicos tuvieron que recurrir a todos los auxilios económicos imaginables (concesión de la cruzada por el papa, préstamos, etc.) para reclutar peonaje, a la vez que movilizaban a los nobles con sus mesnadas. De hecho, y pese al empleo en gran escala de la artillería, la guerra de Granada puede considerarse como una de las últimas guerras feudales españolas. No hubo una acción militar continuada, sino una sucesión de campañas anuales (en primavera y verano), aunque sí existió una estrategia global, encaminada a desarrollar las diversas fases que habían de conducir al asalto final de la capital nazarí, tras haberla aislado de sus salidas exteriores con la toma de Málaga y de Almería. Los primeros episodios fueron una mera continuación de las pugnas intermitentes entre los musulmanes y las partidas armadas de los nobles cristianos. En 1483 los granadinos infligieron una grave derrota a las fuerzas nobiliarias en la Axarquía, pero pocos meses después sufrieron un tropiezo ante Lucena, donde cayó preso Boabdil. Los Reyes Católicos le devolvieron la libertad, tras haberle hecho firmar el pacto de Córdoba (1483), con el que se declaraba vasallo suyo y se comprometía a ayudarles en la lucha contra su padre Muley Hacén (el pico más alto de la península iberica, el Mulhacén, toma su nombre del penúltimo rey de Granada Muley Hacén).

Reconquista de Granada
Vista de la Alhambra desde el Albaicin

La querella entre Boabdil, su padre y su tío «el Zagal» llegó entonces a un enfrentamiento abierto, mientras las fuerzas castellanas lograban la toma de Álora (28 junio 1484) y de Setenil (21 septiembre), en acciones de sitio en que por primera vez se usó en gran escala el apoyo de la artillería, y talaban la vega de Málaga y parte de la vega de Granada. La campaña de 1485, pese a los éxitos iniciales de los Reyes Católicos (toma de Ronda, el 22 de mayo), fue indecisa a causa del desastre sufrido por sus tropas en setiembre. En 1486 la contienda tomó un nuevo cariz, ya que los éxitos militares castellanos (toma de Loja, Íllora y Moclín, en los meses de mayo y junio) rompían definitivamente el aparente equilibrio de las campañas anteriores. En vista de ello, los monarcas castellanos decidieron realizar un gran esfuerzo en 1487 y reunieron grandes fuerzas en Castilla, haciendo levas de peones, conminando a todos los caballeros para que se presentasen en Córdoba el 25 de marzo e incluso dando carta de seguro a los criminales que se enrolaran; el resultado fue la captura de toda la zona de Málaga, incluida la propia capital, que cayó tras un encarnizado asedio (1487). La toma de Málaga fue un éxito resonante y produjo considerables beneficios, ya que los cautivos fueron sometidos a esclavitud (192 fueron vendidos por cerca de dos millones de maravedíes, 683 fueron regalados a prelados y caballeros, 100 fueron enviados al papa como obsequio, etc.) o tuvieron que abonar fuertes rescates; se efectuaron también repartos de tierras entre las gentes que habían tomado parte en la campaña. En 1488 sólo hubo una ligera actividad en tierras de Almería, pero en 1489 se realizó otra acción de gran importancia: la conquista de Baza que se rindió tras de largo cerco (20 jun a 4 dic), lo que motivó la rendición del Zagal quien entregó a los Reyes Católicos Almería, Guadix, etc. Con esto, el reino nazarí quedaba definitivamente aislado del mar y su caída era inevitable. En 1490 los castellanos se limitaron a talar la Vega de Granada pero pero en abril de 1491 dio comienzo lo que iba a ser la campaña final, construyendo en Santa Fe un poblado-campamento, en previsión de un largo sitio. Perdida toda posibilidad de recibir auxilio exterior, Boabdil acabó negociando una rendición honorable, que le representaba personalmente la concesión de tierras y cuantiosas rentas, y garantizaba a los pobladores de Granada la conservación de sus bienes y el respeto a sus leyes, religión y costumbre. Así se consumó la entrega de Granada capital el 2 de enero de enero de 1492 (día que todavía hoy es festivo en Granada y es conocido como el día de la toma de Granada), y se puso término así al último estado musulmán en la península y a un hito en la historia de Granada.

Historia de Granada

Visita a Granada en alojamiento rural
Vista de la Alhambra desde el Albaicin

Cercana a lo que hoy es Granada capital se hallaba la ciudad ibérica de Elvira o Iliberis, cuyo emplazamiento ha sido muy discutido que se convirtió en la capital de una provincia de Al-Andalus (la cora de Elvira) y lo fue hasta que la gran sublevación bereber de 1009-1010 hizo emigrar a sus habitantes a la vecina Granada. Instalado primero en las colinas del Albaicin y de la Alhambra y extendido después por la llanura que cruza el Darro y el Genil. Había un gran número de judíos y esto caracterizó a su población durante mucho tiempo. Al producirse el desmembramiento del califato Omeya de Córdoba se instaló en esta provincia el reino de Ziries, el único estado bereber importante, que alcanzó su máximo esplendor con Badis, 1038-1073, quien se anexionó el reino Hammuí de Málaga. Característica de este momento de esplendor fue la presencia al frente del gobierno granadino de dos visires judíos, hasta que el segundo fue derrocado al tiempo que se producía en la ciudad una gran matanza de judíos, 1066. A fines del siglo XI los dominios de los Ziries granadinos cayeron en manos de los Almorávides y luego a los Almohades. Al producirse la decadencia Almohade un miembro de la familia de los Banu-Al-hamar, Muhammad Ibn Yusur Ibn Ahmat Ibn Nasr se apoderó de Granada (1237-1238) y fundó la dinastía de los nazaríes que reinaría durante dos siglos y medio al frente de un reino que se extendió también a las tierras de Málaga y de Almería. Al poblar y enriquecer el nuevo estado contribuyeron los numerosos inmigrantes que se refugiaban en este último bastión musulmán, huyendo ante el avance de la reconquista por tierras andaluzas; así, los fugitivos de Baeza y de Ubeda se instalaron en el Albaicín a comienzos del siglo XIII y, posteriormente, los de Antequera poblaron Antequeruela. Granada se convirtió entonces en una gran ciudad (aunque las cifras de población de que se ha hablado, del orden de los 300.000 habitantes, resulten poco verosímiles) y vio enriquecerse su paisaje urbano con los palacios de la Alhambra, con numerosas mezquitas (cuyos emplazamientos suelen coincidir con los de las iglesias cristianas posteriores), puentes, etc. La industria de la seda y un próspero comercio (Granada actuaba como canal transmisor del oro del Sudán a Europa, en parte a través de las parias pagadas a los reinos cristianos del N) aseguraban la riqueza del reino nazarí, que se convirtió en un importante foco de arte y de cultura. La súbita ruina del reino y la capitulación de la capital, donde los Reyes Católicos entraron a comienzos de 1492, pareció que iba a alterar poco su vida, ya que las condiciones de la rendición permitían a los granadinos conservar sus bienes, sus usos, sus leyes, su religión e incluso, en gran parte, el regimiento de su ciudad. Pero las capitulaciones fueron violadas, y ya en 1498 se dividió Granada en una zona cristiana y en una morería. La industria de la seda está relacionada con la persistencia de un núcleo morisco que inspiró la rebelión de 1568, a consecuencia de la cual fueron expulsados los pobladores moriscos del Albaicín y de la Alpujarra. En la primera década del s. XVII, precediendo a la expulsión general de los moriscos de España, tres autos de fe revelaron la presencia de numerosos islamizantes; y ni siquiera la propia expulsión terminó con esta situación (entre otras razones porque subsistió un numeroso grupo de descendientes de uniones de moriscos y cristianos), puesto que todavía en 1728 se celebró en Granada un auto de fe donde 46 personas fueron acusadas de «herejes mahometanas». Estos núcleos estaban ligados a la industria de la seda, y se disolvieron totalmente con la ruina de ésta. Durante la guerra de la Independencia, Granada formó una junta y llamó como gobernador a Reding, pero cayó en manos de Sebastiani y estuvo ocupada por los franceses de enero de 1810 a septiembre de 1812. Como centro político y administrativo de la Andalucía oriental, registró las consecuencias de las luchas políticas que marcaron la crisis del Antiguo régimen, de las que es símbolo la trágica figura de Mariana Pineda (hoy una de las plazas más céntricas de Granada lleva su nombre), ejecutada en 1831 por bordar «la bandera de la libertad». Al propio tiempo que su vieja importancia como centro económico decaía, desplazándose en parte a Málaga, Granada se convertía, ya desde los primeros momentos del romanticismo, en un lugar de poderoso atractivo para los viajeros que acudían a contemplar sus monumentos y a impregnarse de su historia y su leyenda. El esplendor artístico de la ciudad se fue elaborando a lo largo de la dominación musulmana, y su plenitud coincide con la dinastía nazarí (1741-1492). Los monumentos más representativos de esta época son la Alhambra, el más importante palacio que se conserva del mundo musulmán, y el Generalife, residencia veraniega de los monarcas.