Historia de Granada

Visita a Granada en alojamiento rural
Vista de la Alhambra desde el Albaicin

Cercana a lo que hoy es Granada capital se hallaba la ciudad ibérica de Elvira o Iliberis, cuyo emplazamiento ha sido muy discutido que se convirtió en la capital de una provincia de Al-Andalus (la cora de Elvira) y lo fue hasta que la gran sublevación bereber de 1009-1010 hizo emigrar a sus habitantes a la vecina Granada. Instalado primero en las colinas del Albaicin y de la Alhambra y extendido después por la llanura que cruza el Darro y el Genil. Había un gran número de judíos y esto caracterizó a su población durante mucho tiempo. Al producirse el desmembramiento del califato Omeya de Córdoba se instaló en esta provincia el reino de Ziries, el único estado bereber importante, que alcanzó su máximo esplendor con Badis, 1038-1073, quien se anexionó el reino Hammuí de Málaga. Característica de este momento de esplendor fue la presencia al frente del gobierno granadino de dos visires judíos, hasta que el segundo fue derrocado al tiempo que se producía en la ciudad una gran matanza de judíos, 1066. A fines del siglo XI los dominios de los Ziries granadinos cayeron en manos de los Almorávides y luego a los Almohades. Al producirse la decadencia Almohade un miembro de la familia de los Banu-Al-hamar, Muhammad Ibn Yusur Ibn Ahmat Ibn Nasr se apoderó de Granada (1237-1238) y fundó la dinastía de los nazaríes que reinaría durante dos siglos y medio al frente de un reino que se extendió también a las tierras de Málaga y de Almería. Al poblar y enriquecer el nuevo estado contribuyeron los numerosos inmigrantes que se refugiaban en este último bastión musulmán, huyendo ante el avance de la reconquista por tierras andaluzas; así, los fugitivos de Baeza y de Ubeda se instalaron en el Albaicín a comienzos del siglo XIII y, posteriormente, los de Antequera poblaron Antequeruela. Granada se convirtió entonces en una gran ciudad (aunque las cifras de población de que se ha hablado, del orden de los 300.000 habitantes, resulten poco verosímiles) y vio enriquecerse su paisaje urbano con los palacios de la Alhambra, con numerosas mezquitas (cuyos emplazamientos suelen coincidir con los de las iglesias cristianas posteriores), puentes, etc. La industria de la seda y un próspero comercio (Granada actuaba como canal transmisor del oro del Sudán a Europa, en parte a través de las parias pagadas a los reinos cristianos del N) aseguraban la riqueza del reino nazarí, que se convirtió en un importante foco de arte y de cultura. La súbita ruina del reino y la capitulación de la capital, donde los Reyes Católicos entraron a comienzos de 1492, pareció que iba a alterar poco su vida, ya que las condiciones de la rendición permitían a los granadinos conservar sus bienes, sus usos, sus leyes, su religión e incluso, en gran parte, el regimiento de su ciudad. Pero las capitulaciones fueron violadas, y ya en 1498 se dividió Granada en una zona cristiana y en una morería. La industria de la seda está relacionada con la persistencia de un núcleo morisco que inspiró la rebelión de 1568, a consecuencia de la cual fueron expulsados los pobladores moriscos del Albaicín y de la Alpujarra. En la primera década del s. XVII, precediendo a la expulsión general de los moriscos de España, tres autos de fe revelaron la presencia de numerosos islamizantes; y ni siquiera la propia expulsión terminó con esta situación (entre otras razones porque subsistió un numeroso grupo de descendientes de uniones de moriscos y cristianos), puesto que todavía en 1728 se celebró en Granada un auto de fe donde 46 personas fueron acusadas de «herejes mahometanas». Estos núcleos estaban ligados a la industria de la seda, y se disolvieron totalmente con la ruina de ésta. Durante la guerra de la Independencia, Granada formó una junta y llamó como gobernador a Reding, pero cayó en manos de Sebastiani y estuvo ocupada por los franceses de enero de 1810 a septiembre de 1812. Como centro político y administrativo de la Andalucía oriental, registró las consecuencias de las luchas políticas que marcaron la crisis del Antiguo régimen, de las que es símbolo la trágica figura de Mariana Pineda (hoy una de las plazas más céntricas de Granada lleva su nombre), ejecutada en 1831 por bordar «la bandera de la libertad». Al propio tiempo que su vieja importancia como centro económico decaía, desplazándose en parte a Málaga, Granada se convertía, ya desde los primeros momentos del romanticismo, en un lugar de poderoso atractivo para los viajeros que acudían a contemplar sus monumentos y a impregnarse de su historia y su leyenda. El esplendor artístico de la ciudad se fue elaborando a lo largo de la dominación musulmana, y su plenitud coincide con la dinastía nazarí (1741-1492). Los monumentos más representativos de esta época son la Alhambra, el más importante palacio que se conserva del mundo musulmán, y el Generalife, residencia veraniega de los monarcas.

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